Había una vez un banco y un gobierno en sus inicios, dentro de la UE, es decir, no en Suiza, que destacó y seguiría destacando hasta nuestros días por su corrupción, su crisis financiera y su inviabilidad económica para sobrevivir, pero curiosamente sobrevivió, sobrevive y sobrevivirá.
Sus grandes secretos de estado, de continente y mundiales hicieron que este banco fuera rescatado, protegido y respaldado al tiempo que era intervenido por la Interpol. Pero ese banco sigue ahí.
Y el porqué, es muy sencillo, abrir la caja de Pandora no le conviene a ningún país del mundo, a ningún gobierno, a ninguna empresa y en definitiva a la sociedad mundial.
Una vez contado esto, que no es una fábula y por ello mismo omitimos nombres, volvemos a la euforia de los articulistas, que no periodistas, amarillistas, cuya única función es intentar obtener impactos visuales en cualquier medio de comunicación.
Como si la situación financiera de los estados no fuera suficiente, y buscando un efecto dominó que no existe y es imposible su existencia, las miradas de los incompetentes, una vez quemado el tema SVB, es el Credit Suisse.
Que el banco está en crisis, no es novedad, lleva años, y surge por motivos diversos que no expondremos ahora, pero bien conocida es la apertura de Suiza a la transparencia fiscal exigida por la UE, menos conocidos son otros asuntos como el uso del banco, en sus días para los negocios internacionales y legales de armas de estados importantes, y muy poco conocido es el traspaso de elementos basura o conflictivos de ese banco del que fabulamos al principio y que repartió posteriormente sus problemas a aquellos bancos a los que pilló desprevenidos.
En resumen, sí, el Credit Suisse está en crisis por todo y por la fuga de capitales permanente que Suiza ha tenido desde su apertura informativa al mundo.
Pero hasta ahí llega toda realidad de su crisis. Credit Suisse durante décadas ha sido banco de referencia, depósito y transacciones de toda índole de gobiernos de todo el mundo, y paraíso receptivo de todo aquello que muchos no quisieran que se sepa en la vida. Dicho esto, de forma directa, ¿a qué personaje se le puede ocurrir que dicho banco será abandonado a su suerte?, ¿Quién puede ser el inepto que fantasee con una caída de uno de los más importantes bancos del mundo en lo que se refiere a cajas de Pandora?. Nadie en su sano juicio y conocedor, no sólo del mundo financiero, sino del político internacional, puede pensar que dicho banco será abandonado a su suerte para que caiga toda esa información en manos de quien no debe tenerla, al igual que el banco de nuestra pseudo-fábula.
Credit Suisse sigue siendo clave para los bancos árabes, para las transacciones de cualquier operación de armas en dicho territorio, para las negociaciones con la industria iraní con el mundo occidental o incluso con industria israelí. Si un banco es capaz de aglutinar negociaciones tan inverosímiles y relaciones tan imposibles, la pregunta que se deberían hacer los expertos del cuarto de hora es:
¿Quién va a dejar que una joya como esa caiga o deje abrir sus cajas de Pandora?